domingo 4 de marzo de 2007

Escuela de contactados

Por Luis Ruiz Noguez

Los contactados, y posteriormente los abducidos, siempre me han producido cierto rechazo. La mezcla de sensaciones va de asco, miedo a ser timado, desprecio, aburrimiento... Por eso nunca quise involucrarme con ellos a pesar de que varios de mis amigos y conocidos me alentaban a investigarlos. No creo haberme perdido de gran cosa y sólo lamento que eso me ha hecho más difícil poder seguir los orígenes del contactismo mexicano.

En mi humilde opinión la contactada más importante que ha tenido México es María del Socorro Pérez Farfán, mejor conocida como Marla. Se trata de una mujer de clase media y madre de nueve hijos, entre los que se encuentra Fandur (sólo conozco su nombre artístico de contactado). Marla era una secretaria hija de un antiguo miembro de una de las hermandades rosacruces que había en México a mediados del siglo veinte. Durante algún tiempo tomó algunos cursos de “Enseñanza programada para alfabetizar”, mismos que le sirvieron posteriormente para sus seminarios de “ciencia extraterrestre”.

Cuenta Marla que sus primeros contactos no fueron con seres de otros planetas sino con un monje tibetano. Este lama le dijo que debería prepararse para ser una de las 15 mil personas elegidas por los ET para servir de intermediarios entre los seres del espacio y los habitantes del planeta Tierra. El mundo estaba a punto de entrar a un nuevo ciclo y los contactados serían los encargados de preparar a la humanidad para ese cambio.

Para poder contactar con los extraterrestres Marla se preparó en diversas técnicas de control mental, yoga, ejercicios de respiración y toda la bazofia que practican los ocultistas. Según Marla esas técnicas dieron resultados. Así, a finales de los sesenta María del Socorro salía de un supermercado de la ciudad de México cuando se le acercó un hombre: “Mi nombre es Amriz y tienes noticias mías; sabes que no soy de este planeta, tu labor es importante, vamos a empezar por estudiar astrofísica. Vas a tener que traer libreta y lápiz siempre que nos encontremos”.

Amriz tan sólo fue el primero. Pronto llegarían otros extraterrestres provenientes de varios planetas: Kardem, Lenosi, Lote, Ramkar, Sina, Solange, Taschi, y el comandante Tage, entre otros. En ese entonces Marla decía que sus ET provenían de Marte y Venus. Su apariencia era muy parecida a la de los humanos y para pasar inadvertidos se vestían con jeans, playeras y morrales, como los hippies, o con trajes como los ejecutivos.

Al paso de los años Marla ha cambiado el origen de sus extraterrestres: “Comentando esto con otros compañeros y tomando en cuenta que nuestros científicos niegan la existencia de vida en dichos planetas, hemos pensado si los maestros no nos darían esos sitios como lugar de origen sólo para no confundirnos con puntos muy lejanos del universo”.

Para no tener problemas ya no daba el origen de sus amigos ni se limitaba a sólo dos planetas: “No tengo contacto con seres de un planeta sino de varios. Existen doce tipos de razas en todo el cosmos que tienen variantes no sólo en la tonalidad de la pigmentación de la piel sino en estaturas y características, ya que hay seres que apenas alcanzan entre los 50 y 60 centímetros, y de ahí hay variantes que llegan hasta personas de siete y medio metros; los hay de raza azul, blanca, cobriza, amarilla, roja, etcétera”.

Resultaría interesante saber cómo era que esos seres de 50 centímetros, de piel azul o roja podían pasar inadvertidos vistiéndose de hippies o de ejecutivos.

Marla, consciente de su responsabilidad de llevar a la humanidad hacia el nuevo ciclo de evolución, comenzó a transmitir las enseñanzas de los maestros del cosmos impartiendo cursos llamados “conocimientos extraterrestres” divididos en doce sesiones semanales, por los cuales cobraba una buena cantidad. Una cosa es ayudar a evolucionar a las almas atrasadas que habitan este planeta, pero toda consulta causa honorarios.

CURSOS DE CONOCIMIENTOS EXTRATERRESTRES

¿Qué es lo que enseñaban los extraterrestres a través de Marla? Lógicamente, lo que era de esperar, había mucho de metafísica, teosofía, disciplinas orientales y otras de “superación personal”. Pero veamos mejor las “enseñanzas científicas de los maestros”.

Comencemos por la astrofísica de Amriz. Preparen su libreta y lápiz para recibir las enseñanzas de los maestros extraterrestres. Amriz, por intermedio de Marla, decía que “en todo el cosmos existe la vida. Solamente en la Vía Láctea hay 25 mil millones de soles, cada uno con su sistema planetario de 12, 24 ó 48 planetas, muchos habitados, ya que todos ellos tienen un recubrimiento de capas electromagnéticas que les permiten retener atmósferas”.

A Marla le gustaba adornar sus exposiciones con una jerga pseudocentífica capaz de apantallar a más de uno, pero si uno lee detenidamente estos pasajes se encuentra sólo con basura.

“El Sol es una masa de plasma eléctrica radial, con una capa ígnea únicamente en su superficie, en tanto que el plasma radiactivo que lo constituye se encuentra en constante reacción liberante de varios tipos de rayos solares. Un tipo de rayo se forma de la alternancia de series de fotones y mesones, viajan invisibles al ojo humano y al chocar con las capas atmosféricas circundantes de los planetas (donde existe vida), los primeros se convierten en luz y los segundos en calor”.

A Marla le gustaba la terminología científica y alegremente hablaba de “quartz”, partones, spines y quantas sin entender su significado, o mezclándolos en una extraña revoltura que salía de su cabeza. “Su medición del tiempo es exactamente igual a la nuestra, nada más que no parten del segundo, sino parten de la medida que se llama quanta de tiempo. Y van haciendo divisiones o sea: una hora tiene 60 minutos, un minuto tiene 60 segundos, un segundo tiene 12 instantes, un instante tiene 60 quartz, un quartz tiene 60 spin, un spin tiene 12 quantas, o sea va de 12, 60, 60, 12”.

Si realmente supiera física lo de menos sería escribir cuark en lugar de quartz, pero principalmente le daría pena leer tantas barbaridades o, si tuviera un poco de sentido del humor, se doblaría de la risa de encontrar tanta pendejada escrita en un mismo párrafo.

MEDICINA ELECTRÓNICA

Bien. Ya nos dimos cuenta de que ni Marla ni Amriz conocen nada de física ni astronomía, pero ¿qué podemos decir de otras áreas del conocimiento? El gran éxito de esta contactada fue lo que ella llamó “Medicina electrónica”. Éxito en el sentido comercial y no que haya servido para curar alguna enfermedad. Esta vez el que transmitía esos conocimientos era el “maestro Kardem”

“El maestro Kardem nos enseñó toda la práctica de la medicina como la revisión de casos y el enfoque directo de cómo deben hacerse los tratamientos de ingeniería médico electrónica”.

¿Cómo eran los tratamientos de esta medicina extraterrestre? Muy sencillos: un poco de acupuntura por aquí, algo de homeopatía por allá, sesiones y “limpias” con cuarzos y otros cristales, terapias de “células cósmicas”, “esferas de Ki Nú y dietas delta”. La misma “medicina” naturista de siempre, pero con otro nombre. Se dice que varios médicos comenzaron a trabajar con Marla. No lo puedo asegurar pero probablemente se trataba de homeópatas o de otros que practican disciplinas similares.

En una charla dada el 23 de marzo de 1973 anunció el fin de la diabetes y el cáncer. Treinta y cuatro años han pasado y Kardem ha sido incapaz de erradicar el cáncer y la diabetes, pero a Marla eso la tiene sin cuidado Ella ha llevado su “medicina” a “otro ciclo más evolucionado”. Las mismas tonterías de los setenta de la “medicina electrónica” hoy se llaman “Medicina Integral Quántica (MIQ)”.

LA ESCUELA DE CONTACTADOS

Además de los “grandes científicos” que asistieron a los cursos de Marla, los seminarios sirvieron para formar a toda una generación de contactados. La última fase de los cursos era la “comunicación telepática dimensional”, donde se intentaba que el alumno pudiera establecer una comunicación con los ET por medio de la telepatía o mediante la escritura automática. La graduación, por así decirlo, consistía en el contacto directo con los hermanos del cosmos.

Nunca entendí para qué tomaban esos cursos de 12 sesiones si los extraterrestres contaban con aparatos con los que podían comunicarse con cualquier persona del planeta. Tampoco entendí por qué usaban esos aparatos para traducir a cualquier idioma las “imágenes telepáticas”.

“Unos hablan en perfecto español, otros se comunican telepáticamente utilizando un traductor de idiomas simultáneo, en forma de reloj de muñeca. Ellos mandan su onda telepática, el aparato la recibe y la transmite a nosotros en nuestro propio idioma”.

Entre los graduados estaba uno de los hijos de Marla, Fandur, al que se le intentó crear un aura de genio. Nacido en 1955, Ortiz de la Huerta decía de él que “es un verdadero portento de sabiduría humanista y filosófica, sin haber terminado siquiera los estudios de bachillerato”.

Desafortunadamente esa luminaria se perdió para la humanidad. No se sabe nada de él desde la década de los setentas. También estaba Sergey, el primer mexicano en llegar a la Luna. Esta emocionante aventura ocurrió antes de que Armstrong pisara el satélite. Sergey nos cuenta la historia:

“En 1968 caminaba durante la noche por la Calzada Vallejo cuando se presentó, ante mi asombro, un hombre de normal estatura, complexión atlética, rubio, de ojos azules y finas facciones, vistiendo un traje metálico ajustado del cuello hasta los pies. Su actitud me dio confianza desde el principio. Se identificó como Thao, comandante de flotilla y mediante una comunicación telepática me dijo que lo siguiera.

“Después de mucho caminar, me llevó a unos terrenos baldíos y como si se encendiera la luz y dando la impresión de que pronto parecería, observé fascinado una flamante nave de no muy grandes proporciones.

“Ingresé a un pasillo de conducción, donde cambié mi ropa por un traje espacial de una pieza; pasé después a la cabina de higienización de bacterias y gérmenes terrestres y, por último, a la cabina de ambientación”.

A mí me parece que antes de ponerse el traje espacial debieron hacer la “higienización de bacterias”, pero los designios de los extraterrestres son inescrutables.

El comandante Yumm fue el encargado de darle la bienvenida y de explicarle el funcionamiento del plato volador. Pero sigamos con el relato de Sergey, que está a punto de llegar a la Luna.

“No sentí la menor señal de movimiento; sin embargo, el astronavío se había ya desplazado cientos de kilómetros. Me mostraron luego una gran pantalla en la cual vi, con asombro y a gran distancia, a la Tierra”.

“Habíamos llegado a una base interna de la Luna, que sirve como punto de tránsito de comunicación interplanetaria. Posteriormente se abrió una puerta corrediza y caminamos por un pasillo iluminado con antorchas de luz fría hasta llegar a los soberbios laboratorios de computación.

“Fui presentado al comandante Qutzen, quien me llevó a hacer un recorrido por las instalaciones. Me mostró los llamados registros vivenciales, que tradicionalmente han sido conocidos en la Tierra como los registros del Akashi o Akashicos. Se llevan con lujo de detalles los archivos vivenciales de cada uno de los habitantes del planeta, a lo largo de todo su proceso evolutivo”.

Sergey no sólo tuvo la oportunidad de viajar a la Luna sino además de estar justo en los archivos de Santa Claus o de los Reyes Magos, el sitio en donde se guardan y se registran todas las obras, buenas y malas, de los niños del mundo para que, al final del año, reciban su premio o su castigo. Si esto fuera poco, lo llevaron a ver el “lugar exacto donde aterrizaría el módulo lunar de los Estados Unidos”. Antes de regresar barrieron el lugar y acomodaron todo para que un astronauta americano pudiera dejar estampada su huella en la arena.

REFERENCIAS

-Ortiz de la Huerta, Carlos. “Contactos extraterrestres en México”. Editorial Posada. México. 1975.
-Pérez Farfán, María del Socorro. “El Cuerpo de Energía”. Editorial Sirio. México. 1998.
-Pérez Farfán, María del Socorro. “El Hombre El Microcosmos Desconocido”. Editorial Sirio. México. 1994.
-Pérez Farfán, María del Socorro. “El rostro del Ángel”. Editorial Sirio. México. 1997.
-Zubarán Ramírez, Armando. “Mensaje de otros mundos vía naves del espacio”. Editorial Orión. México. 1968.